domingo, 11 de marzo de 2012

Maravilla


El mágico don que puede convidar a tu futura pareja a despertar sus sentimientos más nobles y puros no surge solo de tu agraciado físico, En un mostrarte como realmente eres. Ese don construye su imperio en el valle donde las miradas cómplices y transparentes realzan su admiración e invitan a la confianza, donde las sonrisas dulces y abiertas acarician el ego del ser amado, donde las palabras y los hechos miman la fuerza del querer, donde los besos y los abrazos convidan a las pasiones para ridiculizar su fuerza al mostrarles el verdadero poderío del amor, de la unión de dos corazones para convertirse en uno solo.

Soy libre para amar, soy libre para soñar y de mi potestad debe nacer el poder de elegir que ilusiones pueden emocionarme y que ideales deben motivarme.

Las únicas verdades absolutas residen en la ciencia y no se puede discutir sobre percepciones cuando la mayoría de las cosas que vivimos, sentimos o argumentamos por naturaleza no pueden dejar de nadar en la asombrosa charca donde la relatividad nos mancha con la diversidad.

No podemos derrumbar aquellos sobrios pilares que aguantan nuestro existir y lo embellecen porque en su maltrato nos maltratamos a nosotros mismos y en su deshecho nos desechamos.

Porqué soñar no está prohibido y de nuestras ilusiones a nadie debemos rendir cuentas, pues a nadie dañan y son y seguirán siendo, y a Dios doy gracias, las canciones más bellas con que nuestra alma arrulla nuestras fuerzas de vivir y nuestras esperanzas en el porvenir.

En el brillo de una estrella fugaz, aunque sea de otra galaxia, podemos hallar una ilusión, un anhelo que puede iluminarnos toda una vida.

Pero está escrito en los designios de cualquier vida, por muy maravillosa que figure, que en la conquista del todo no debe esconderse la patente de la felicidad. Y en demasiadas ocasiones los aparentes éxitos terminan concluyendo en rotundos fracasos. Porque para aquellos que no se conforman con tener, para aquellos que buscan algo más que vivir acaba teniendo más importancia sentir que poseer.

La vida enseña que cuando uno quiere alejar la percepción de algo no deseado muchas veces la oscuridad acaba escondiendo aquellas razones que pretenden empujarnos hacia ello.

Lloran las almas al perder el hogar de sus sostenes y en el rostro de los desamparados se dibujan aquellas invisibles lágrimas que fluyen del triste corazón hacia el purgatorio donde las fracturas intentan soldarse y acaban por quebrarse. Lloran los hombres incapaces de aceptar aquellas condenas que en la suerte se conjuran para producir radicales mutaciones en los aparentes cobijos de su bienestar. Lloran los hombres el silencioso e invisible llanto que de la incapacidad mana y camuflan su diario proceder de sonámbulo andar y autómata sentir, ubicando los restos de aquellas ilusiones que jamás se rinden en los nocturnos sueños que desertan de la realidad.

Suele pasar, pero, que los huecos que en los habitáculos de nuestro existir se producen son tapados a menudo sin que nosotros lo programemos. Las ilusiones perdidas tienden a generar nuevos sueños y los desamores crueles suelen engendrar nuevos amores.