lunes, 27 de febrero de 2012

Fєιcιđαđ


He escuchado más de una vez, aquella frase de Buscaglia: "qué sponsor la muerte!".
Últimamente se me ha ocurrido otra, (que no tiene nada que ver, pero mi cabeza tiene un don para ligar lo inligable), que dice algo así: "qué buena musa la tristeza!".

Y es que cuando uno está en ese estado, se le ocurren las mejores prosas, los más sensibles cuentos, los versos más tristes esta noche, etc.
Será por eso que la tristeza, muchas veces, pasa a ser un vicio.
Cuanto más triste, más conectado uno se siente consigo mismo. Las cosas se ven en tonos pastel, abundan el gris y el sepia. Las canciones melódicas tienden a ajustarse todas a ese sentimiento. Las frases de los estribillos nos describen, las colgamos en el muro, las ponemos de nick.
Encontramos consuelo en libros y películas sentimentaloides.

Los amigos se aparecen como más cercanos y valoramos cada abrazo. Somos capaces de llorar con un atardecer y conmovernos con las gotitas de lluvia que se cuelgan en la ventana.
Cada suceso es digno de reflexión, análisis, vino y pistachos.
Pero cuando uno está feliz...
Ahí es otra historia.
Y en lo personal estoy muy feliz estos días. Estos meses, más digo.
Y no me inspiro, lo siento mucho. No logro escribir un maldito renglón. Es más, ni siquiera lo intento!
Me recomiendan canciones melancólicas, que escucho con el labio fruncido, como pensando "qué bajón, déjate de embromar". Me pasan películas románticas que borro al instante, porque ni pienso amargarme con boludeces.
Ingrata, bien que antes devorabas libros, poemas, tangos y películas de cinemateca.
Es que la empatía hacia lo triste y nostálgico se me ha bloqueado absolutamente.

Pero tiene sus otros síntomas, claro: abro la ventana con una sonrisa, me preparo el café riendo, camino por la calle erguida y luminosa. Todo se ve en tonos cálidos. Hasta la lluvia, el frío y los sabañones me resultan hermosos.

De momento elijo seguir feliz, aunque sea a costas de este blog.
Además, por un tema de pura estadística y equilibrio mundial, es posible que en poco tiempo vuelva a ese estado donde escribir blogs y comer chocolate se vuelve indispensable.